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domingo, 25 de septiembre de 2011

Modelos de diferenciación sexual

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Si la larva de un gusanito marino tiene contacto físico con una chica, se convierte en macho. Pero cuando Bonellia viridis cae al suelo y se desarrolla allí, el sexo de la larva es entonces femenino. De hecho, especies de reptiles y anfibios dependen también del medio para generar el sexo en sus criaturas. Los tuátaras, por ejemplo, tienen 200 años habitando el planeta y dependen de la temperatura para determinar el género del nuevo animal, cuando las temperaturas del nido son superiores a los 21.5 grados centígrados, de los huevos del tuátara sólo saldrán machos.


Pero la mayoría de la determinación sexual que conocemos es genética. La más popular entre los mamíferos, integrada en nuestro genoma, es la de los cromosomas, pero también vemos un sin número de representaciones en el reino animal. Nosotros, por ejemplo, tenemos dos cromosomas vitales para el sexo, el X y el Y; la mujer tienen dos X y el hombre una X y una Y.

No obstante, observamos otras cromosomas en acción. Algunos pájaros, insectos y otros organismos tienen las cromosomas ZW, que funcionan diferente al nuestro ya que son las mujeres que tienen dos cromosomas distintos, ZW, mientras que los machos se caracterizan por dos iguales, ZZ. Otro sistema, un poco más parecido al nuestro y que lo encontramos en las cucarachas y grillos, para mencionar dos, tiene sólo el cromosoma X: las hembras tienen dos, los machos sólo uno. Más aún, entre hormigas, abejas, algunos escarabajos y avispas no son los mismos cromosomas que cuentan. El sistema de estos insectos se conoce como haplodiploidía donde los huevos fecundados son hembras y los no fecundados son machos.

Ciertamente, la evolución ha jugado con muchos modelos de diferenciación sexual. Las herramientas hacia la fecundación han sido ensayadas de muchas formas y cada papel interpreta su desenlace ayudados por los estímulos del medio y el tiempo. Ahora, un equipo en la Universidad de Michigan ha descubierto que la determinación sexual es tan importante para las especies que el mecanismo que la desarrolla ha permanecido flexible, propenso a cualquier cambio que lo beneficie y a adaptarse a los daños que ocurran sobre ellos.

“Nuestro estudio estuvo enfocado en las adaptaciones de nematodos, mejor conocidos como gusanos, en la determinación sexual. Descubrimos que estos organismos evolucionan rápido para disminuir cualquier efecto negativo causado por mutaciones en los mecanismos de la determinación sexual”, explica Christopher Chandler, uno de los autores del estudio.

Los investigadores estudiaron cincuenta generaciones de gusanos. Poco a poco iban introduciendo mutaciones en los genes que normalmente los ayuda a desarrollarse en machos y hembras. Los científicos nos dicen que estas mutaciones también estuvieron afectadas por la temperatura así que se hicieron diversos estudios para filtrar los efectos por estos distintos estímulos, también se hicieron experimentos que verificaran cambios en distintos grados de temperatura. Los autores se dieron cuenta de que los gusanos se desenvolvieron a través de distintas temperaturas y tenía que ser un medio muy caliente para dañarlos completamente.

“Observamos que a un nivel genético, los gusanos no arreglaban el problema sino que más bien lo obviaban. Notamos cambios pequeños o nada de cambios en estos genes, lo que hacían era elaborar cambios en otras áreas, mientras se desarrollaban por generaciones, compensaban sutilmente para crear un balance respecto al sexo existente”, explica Ian Dworkin, profesor de zoología y otro de los autores.

Si un ser vivo no se duplica o reproduce no sobrevive su especie. La reproducción es una parte básica de nuestro comportamiento y está dictada a nivel genético, controlada y manipulada por el genoma. Con el nuevo experimento, los investigadores muestran que la elección de un sexo en el desarrollo de un organismo es flexible. La determinación sexual no es algo fijo e inamovible, si algo sale mal, la especie trabaja alrededor de sus mecanismos para restaurar el balance entre los sexos como mejor le convenga. 

“Si algo sale mal, los genes tienen otros planes y restauran lo que ha salido mal en pocas generaciones. En la evolución, utilizan la rapidez y recuperan prontamente el equilibrio perdido entre los sexos”, dice Chandler.

Los resultados fueron publicados en el diario Evolution: http://onlinelibrary.wiley.com/journal/10.1111/(ISSN)1558-5646

Universidad de Michigan: http://news.msu.edu/

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