
El golpe más fuerte que ha recibido la literalidad de los primeros capítulos del Génesis es sin duda la publicación de las obras “El origen de las especies” y “El origen del hombre” escritas por el naturalista inglés Charles R. Darwin y que revolucionaron por completo la comprensión y el entendimiento de la gran pregunta que todos nos hacemos: ¿Cómo llegamos aquí?; y de esta manera abrir definitivamente las puertas a lo que hoy se conoce popularmente como “La Evolución Biológica”.
La evolución biológica en pocas palabras, son todo el conjunto de transformaciones o cambios que ocurren a través del tiempo y que han originado la diversidad de formas de vida que existen sobre la Tierra a partir de un antepasado común. Siendo el motor primordial de estas transformaciones la selección natural y la mutación genética.
Antes de entrar en materia aclaremos el término “Teoría” que al parecer es como una especie de tabla de salvación que muchos creyentes utilizan para repudiar la evolución; simplemente argumentan: “la evolución es solo una teoría”. Cuando un enunciado no se ha verificado se denomina "hipótesis", pero si la hipótesis es sometida a pruebas experimentales y se verifica como cierta, entonces alcanza el nivel de "Teoría". La “Evolución” está verificada y totalmente comprobada.
Vamos a tratar de explicarlo de la manera más sencilla y entendible posible, cualquier interés en profundizar sobre el tema, hay abundante información en la Web. Una vez que se originaron los primeros seres vivientes, cada célula en diferentes ambientes tuvieron que modificar su estructura molécular para adaptarse al medio en que vivían, la cual es la base de la selección natural “la adaptación al medio”. La premisa es muy sencilla, “ó te adaptas o mueres”, y este proceso de adaptación implica cambios a nivel orgánico-estructural.
Coloquemos un ejemplo para entenderlo mejor: (1) Una población de 200 000 hormigas caminaban a través de un bosque, devorando todo lo que encontraban a su paso. Su correr los llevó a tener que cruzar una corriente de agua (presión del entorno). Muchas de ellas se aventuraron a cruzar la corriente para ser arrastradas y ahogadas por el agua. Éstas hormigas carecían de genes para determinar la conducta de cooperación en grupo. Pero muchas de ellos unieron sus cuerpos para formar un puente sobre el cual las hormigas restantes cruzaron la corriente sin dificultad. Positivamente, estas hormigas poseían genes que determinaron su conducta en grupo y sobrevivieron (Supervivencia del mejor adaptado).
Muchas hormigas masculinas fértiles poseían esos genes y sobrevivieron (conservación de la variación genética en las poblaciones), así que los genes favorables fueron añadidos al Depósito Genético de la comunidad. Cada vez más genes favorables serán agregados, porque aquéllas que poseían genes desfavorables perecerían a causa de su incompetencia.
Este hecho nos conduce a pensar acerca de una tendencia hacia la distribución uniforme. Sin embargo, los genes no favorables persistieron todavía en la comunidad porque muchas hormigas con el defecto fueron capaces de cruzar el agua encima del puente viviente, además, esos genes persistieron también en el genoma de las mejores hormigas adaptadas, pero sin expresión debido a mecanismos moleculares específicos de stopgap. Además, si las hormigas sobrevivientes poseían una característica nueva en su aspecto (Fenotipo) físico, entonces su constitución anatómica también cambiaría y constituiría un cambio macroscópico.
Hablemos un poco de la evolución del hombre. Existen aún en nuestro cuerpo huellas de un pasado relativamente reciente que constituyen evidencias que hemos venido evolucionando. Por ejemplo el vello corporal, el apéndice, las muelas del juicio, las uñas, los huesos coccígeos, el tercer parpado, y tantas más; que nos indican que alguna vez fueron útiles para nosotros, pero que ahora, debido al cambio de nuestro entorno, nos hemos ido adaptando y eliminando lo que no es funcional. Los científicos han estimado que los seres humanos se separaron de nuestro ancestro común con los primates hace entre 5 y 7 millones de años. A partir de esta separación la línea evolutiva comenzó a ramificarse originando nuevas especies, todas extintas actualmente a excepción de la que originó Homo sapiens (nosotros). Las evidencias arqueológicas y antropológicas abundan y no es el motivo de este artículo exponerlas, lo haremos con más detalles en artículos posteriores.
Esta es una lista de algunos de los homínidos encontrados a través del registro fósil y que en algún momento fueron antepasado de los seres humanos actuales
Primeros Homínidos: Sahelanthropus tchadensis, Orrorin tugenensis, Ardipithecus kadabba, Ardipithecus ramidus
Australopithecus: Australopithecus anamensi, sAustralopithecus bahrelghazal, iAustralopithecus afarensi, sAustralopithecus africanus, Australopithecus garhi
Paranthropus: Paranthropus aethiopicus, Paranthropus boisei, Paranthropus robustus
Kenyanthropus: Kenyanthropus platyops
Género Homo: Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster, Homo georgicus, Homo erectus, Homo cepranensis, Homo antecesor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthaliensis, Homo floresiensis, Homo rhodesiensis
Homo sapiens: Homo sapiens idaltu, Homo sapiens sapiens
Lamentablemente aún existen un gran numero de creyentes que no aceptan esta teoría (en realidad si lo creen o no, en la practica no importa, ya la ciencia está de acuerdo con que ésta es la teoría más probable que explica nuestra presencia y características actuales, lo que ciertas personas opinen, es simplemente asunto de opiniones personales y los únicos perjudicados son ellas mismas al no querer adjudicarse nuevos y muy posiblemente verídicos aprendizajes) y las razones que ofrecen para rechazarlas son algunas racionales y otras francamente ingenuas:
- “Yo no creo en la evolución”; es un asunto de creencias, no significa que la premisa sea falsa. Es exactamente lo mismo que si yo dijese: “no creo en la gravedad” o “no creo que la tierra sea esférica”, puede ser mi opinión, pero eso no cambia la realidad.
- “Yo no vengo del mono”; la teoría de la evolución nunca ha dicho que “venimos del mono”, simplemente que entre los monos actuales y nosotros existe un antepasado común.
- “No veo que evolucionamos”; el proceso evolutivo es muy lento, por lo que es muy difícil observar en una vida algún cambio evolutivo significativo. Las pruebas de que estamos en pleno proceso evolutivo son la enorme cantidad de órganos y partes de nuestro cuerpo que ya no son útiles, pero que en algún momento lo fueron para nuestros ancestros.
- “No todos los científicos están de acuerdo con la evolución”; aunque existen científicos creyentes y francamente cristianos, la gran mayoría apoya y acredita la teoría de la evolución ofrecida originariamente por Darwin. Los que no la aceptan, tienen teorías alternativas científicas, pero nunca aceptarían solamente lo que el Génesis nos ofrece en sus primeros capítulos como la única explicación de nuestra presencia en este mundo.
- “la evidencia fósil es escasa y manipulada”; ésta es una falacia que se ha venido escuchando hace tiempo entre los círculos creacionistas. Existe abundante evidencia fósil y la gran mayoría de los fósiles encontrados han sido analizados y estudiados minuciosamente para ser asociados con el proceso evolutivo. Claro que ha habido errores, y también ha habido correcciones, pero por un error no significa que toda la teoría evolutiva sea falsa. La comunidad científica internacional jamás aceptaría una manipulación de las evidencias tal y como la plantean algunos creyentes.
- “No se ha encontrado el eslabón perdido”; el famoso “Eslabón perdido” es otra falacia que se ha venido repitiendo consecutivamente por muchos años. Aclaremos, el eslabón perdido como tal, no existe. Lo que los científicos denominan “Eslabón perdido” son todos aquellos fósiles de homínidos que conectan dos ramas diferentes de la evolución biológica; y estas conexiones son abundantes y precisas. Y claro, en el futuro de seguro se seguirán encontrando fragmentos fósiles que nos indiquen con más precisión de nuestros antepasados.
- “Yo no quiero evolucionar”; Ésta es una afirmación algo candida pero que he escuchado en varias ocasiones. El no querer evolucionar es lo mismo que decir “Yo no quiero morir”. No es algo que podamos controlar. Al menos, amigo Creyente-cristiano, si usted es de los que no desea evolucionar, no se preocupe, jamás lo notará. (a menos claro, que le tengan que extirpar el apéndice).
Existen muchos cristianos modernos que aceptan de buena gana la evolución y al parecer no ven un enfrentamiento formal con lo que la Biblia nos cuenta. Otros, sin embargo, son más radicales y muchas veces se ofenden seriamente con solo mencionar la palabra “mono”. Recuerdo que en mi pasado cristiano traté en muchas ocasiones de esquivar el tema porque como ser humano razonable tenia que aceptar la contundente evidencia que la ciencia me ofrecía, pero como creyente lo veía como un enfrentamiento directo con el Génesis. Me era muy difícil congeniar ambas teorías, ya que el admitir eso equivalía a decir que ciertas partes de la Biblia no eran ciertas, al menos en su literalidad, y por lo tanto el resto de ella podía ser interpretada o “acomodada” a nuestro antojo. Cuando me tocó decidir cual de las dos opciones tomaría, opté por la más razonable y lógica.
Lo cierto es que la evolución ocurrió, ocurre y seguirá ocurriendo sin importar la opinión que nosotros tengamos sobre esto.

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