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martes, 26 de abril de 2011

Percepción de comunidad

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El otro día hablábamos de lo puntuales que somos haciendo evaluaciones basados en una primera impresión. De acuerdo con estudios, en esos primeros minutos en que conocemos a una persona somos capaces de saber si nos gusta o no, justificar nuestra respuesta y acertar. Pues bien, esta evaluación, sabemos bien, no sólo ocurre con las personas sino también con los espacios.


Indudablemente, la vida del animal se desenvuelve en su medio y hemos aprendido que el medio puede estar repleto de peligros. Por ello, el individuo siempre analiza el lugar donde se encuentra, husmeando amenazas. Por supuesto, los peligros que enfrentaban nuestros antepasados no son los que enfrentamos hoy, pero conocemos la asombrosa plasticidad del cerebro, capaz de adoptar en el diario vivir de la especie, tecnologías nuevas y aprender a manipularlas como si hubiese vivido con ellas desde siempre. Así que hoy estamos pendientes de peligros distintos cuando nos movemos en nuestras ciudades y pueblos, especialmente en terrenos que no son familiares para nosotros, y buscamos señales que nos digan qué tan seguros podemos sentirnos en ese lugar; y de eso se trata esta nueva investigación.

Los investigadores han descubierto que tenemos una habilidad de “percepción de comunidad, una antena interna de vecindarios que se percata automáticamente de ciertos elementos y nos da la respuesta sin siquiera haber hacho la pregunta”. Estas antenas, nos dicen los psicólogos, no sólo toma nota mental de lo que ve sino que influyen en si permanecemos o no en el lugar; y la forma en que nos comportamos mientras estamos allí.

“Los sociólogos hace mucho que han descrito y estudiado las señales de ‘desorden’, como basura en las calles y ventanas rotas en las casas y edificios, que indican una comunidad débil que es vulnerable a la conducta criminal. Investigaciones subsiguientes, además, han verificado que los participantes realmente equiparan jardines descuidados, pintura despegándose de las paredes y basura por todos lados como señal de falta de seguridad”, explica Dan O’Brien quien junto a Sloan Wilson, ambos de la Universidad de Binghamton, en Nueva York, han conducido una serie de experimentos sobre el tema. La idea: si parecemos estar bien adecuados para evaluar nuestra primera impresión con una persona, lo más probable es que también hayamos desarrollado la habilidad de evaluar el medio por el cual nos movemos.

O’Brien y Wilson realizaron varios experimentos en distintos tiempos con grupos diferentes de personas y luego compararon los resultados que indican que no sólo los extraños toman nota de aspectos que apuntan hacia un “orden” o un “desorden” para asumir cualidades como, si los habitantes allí cooperan entre ellos, si son amistosos, comparten favores y si ellos pensaban que estas personas eran capaces de organizarse en contra del crimen u otras amenazas; sino que las personas mismas que habitan en estos vecindarios coincidieron en sus evaluaciones del lugar donde viven con las evaluaciones de los extraños.

“Estudios realizados sobre ciudades han mostrado que el mantenimiento de las estructuras ha sido correlacionado con la fuerza que tenga la unión entre los vecinos, lo que a su vez es responsable del nivel de crimen. Argumentamos que nuestra voluntad para establecer esos lazos con nuestros vecinos gira alrededor de si pensamos o no que nuestros vecinos merecen nuestra confianza y nuestra cooperación”, escribieron los autores.

Los resultados, sin embargo, no siempre fueron acertados. Los juicios que hicieron los participantes sobre la vida de los adolescentes en barrios desordenados, como potenciales criminales, no fue corroborada por la información real; muchos de estos barrios son pobres o descuidados, pero no quiere decir que estos jóvenes no tengan familias que los amen y los cuiden. “Hay muchas cosas ocurriendo en un vecindario o barrio simultáneamente que a lo mejor están o no relacionadas unas con otras, pero la gente crea una imagen y de ahí elabora sus juicios. El estado de los edificios y las casas de un barrio pueden proveernos con información pertinente sobre la habilidad de esas comunidades para gobernarse a sí mismas pero no necesariamente sobre cómo los residentes locales viven sus vidas. Es ahí donde nuestra percepción se despista y en situaciones donde estás tratando de navegar en un barrio desconocido, no tienes tiempo para ambigüedades; o es todo bueno o todo malo. Por eso, cuando pones toda una evaluación con detalles tan específicos, muchas cosas no son acertadas”, explica, O’Brien.

Para los investigadores, comprender la percepción de los habitantes de vecindarios y su visión sobre la fiabilidad de sus vecinos, los ayudará a planificar programas que tomen en cuenta estas variables para alcanzar objetivos varios, como que la gente se organice mejor, no ensucie el vecindario y trabaje un poco en embellecer o por lo menos mantener limpios y ordenados sus propias casas y espacios.

El estudio es parte de un proyecto conocido como Binghamton Neighborhood Project (BNP), es decir, el proyecto de vecindarios de Binghamton, diseñado para proveer con soluciones basadas en la experimentación científica a retos que enfrentamos todos los días. http://bnp.binghamton.edu/

http://discovere.binghamton.edu/

Los resultados fueron publicados en Journal of Personality and Social Psychology, http://www.apa.org/pubs/journals/psp/index.aspx

Glenys Álvarez

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