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viernes, 11 de marzo de 2011

Relación cara y voz en el cerebro

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Los pacientes que sufren del desorden de Capgras no tienen problema alguno reconociendo el rostro, el problema parece estar en la conexión entre el reconocimiento del rostro y la emoción que debe acompañarle. Una de estas personas, como es usual, aseguraba que impostores habían tomado el lugar de sus padres. El conflicto, explica el neurólogo Vilayanur Ramachandran, no es que no los reconozca, es que sabe que sus rostros son "idénticos" a los de sus procreadores, sin embargo, al no sentir las emociones que usualmente acompañaban al reconocimiento de sus rostros, su cerebro busca una explicación para ello e imagina un escenario realmente extraordinario. Estos pacientes tienen esa región que unía sus memorias de los rostros con lo que deben sentir por ellos, dañada por traumas o derrames.


Otros desórdenes, como la conocida prosopagnosia, incapacidad para reconocer rostros familiares, revelan la importancia de algo que tomamos como un hecho y que sólo reparamos en ello cuando lo perdemos.

Un rostro trae información variada. Cuando miramos una cara, exceptuando ocasiones inusuales, reconocemos su sexo, su edad aproximada y también podemos asumir su estado emocional y sus intenciones hacia nosotros. Lo mismo ocurre con las voces, el género, el estado emocional y el grupo de edad aproximada al que pertenecen, vienen dados en las voces que escuchamos. Evidentemente, si conocemos a la persona la información será mucho más completa y despertará otras áreas cerebrales.

Pues bien, como siempre hay un equipo en algún lado del mundo buscando los mecanismos de todas esas funciones y actividades que hacemos sin pensar. De hecho, investigaciones en neurología ya han determinado numerosos circuitos cerebrales como responsables tanto del reconocimiento de rostros como de voz pero algo no habían hecho: observar la forma en que el cerebro combina ambos estímulos, lo visual con lo auditivo, el rostro con la voz. Cuáles circuitos se encargan de mezclar ambas cosas de tal forma que nos enciende el rostro en la memoria cuando respondemos el teléfono y reconocemos la voz.

Un equipo en Bélgica se decidió a estudiarlo. Reunieron los voluntarios, crearon las pruebas y consiguieron los permisos para usar las máquinas de resonancia magnética funcional que escanearían los cerebros participantes.

Las pruebas consistían, por supuesto, en tareas basadas en reconocimiento de rostros, voces y de ambos elementos, tanto de personas conocidas como desconocidas, al igual que otros que habían aprendido a reconocer durante el experimento. Los voluntarios debían identificar ciertas características en las caras que veían, como edad, sexo y si la reconocían o no. Los resultados confirman nuevamente que en el cerebro no hay jerarquías de trabajos sino que es un proceso dinámico y muchas veces espontáneo.

Realmente, el cerebro, aunque hace un estupendo trabajo, a veces no parece estar muy seguro, es propenso a fallas y muy conservador aunque creativo.

Los resultados mostraron cuáles otras áreas, que no son ni la visual ni la auditiva, entran en acción cuando unimos el rostro con la voz. La memoria, por ejemplo, con sede en el hipocampo, se enciende como un cohete segundos antes de salir del planeta cuando los voluntarios combinan estos dos elementos (rostro y voz). Para ligar un rostro con la voz es preciso recordar algo que hemos aprendido.

Los investigadores explican que el reconocimiento de voz-cara activa regiones específicas en el cerebro que son conocidas como “cross-modal”, es decir, que son diferentes modalidades cerebrales que interactúan entre sí. El otro día publicamos un estudio sobre cómo las áreas visuales en los ciegos son usadas en el cerebro para otros trabajos completamente distintos, como el procesamiento de oraciones complejas y semántica, de hecho, áreas visuales similares a las que se activan cuando tú y yo leemos estas letras, también se activan en los ciegos cuando sus dedos repasan el braille. Pues bien, el lado derecho del hipocampo es una de estas regiones “cross-modal”, el giro angular izquierdo es otra de ellas porque involucra, por supuesto, la atención. Sin atención ni memoria no hay forma de unir la voz con la cara.

“Reconocer a una persona por la combinación de su cara y su voz no es una acción basada solamente en actividad en redes visuales y auditivas, sino que vemos otra vez la interacción entre estas diferentes modalidades, atención en el giro, memoria en el hipocampo derecho. Nuevamente observamos un proceso cerebral dinámico donde las áreas involucradas en el procesamiento de la información tanto de la cara como la voz no son simplemente la fase final de un modelo jerárquico sino que forman parte de circuitos que, aunque trabajan de forma paralela, influyen en las funciones de los otros”, expresó Emilie Verreckt, una de las autoras del estudio publicado en el diario Cortex.

Las emociones también están involucradas en el reconocimiento de caras, pero sólo cuando las memorias de esos rostros son recuerdos emotivos.
La plasticidad y el dinamismo del cerebro, la interacción entre circuitos, redes, patrones, módulos y neurotransmisores es realmente asombrosa. Muchas de estas regiones y redes se especializan en ciertas funciones pero pueden tomar el trabajo de otras sin problema alguno; además, aunque trabajen en líneas paralelas, todos están bien enterados de lo que ocurre por otros lados.

Frédéric Joassin, Mauro Pesenti, Pierre Maurage, Emilie Verreckt, Raymond Bruyer y Salvatore Campanella fueron los investigadores que participaron de este estudio titulado:

"Cross-modal interactions between human faces and voices involved in person recognition"

Por Glenys Álvarez

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