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sábado, 21 de junio de 2014
La influencia del lenguaje sobre el pensamiento.
Cuando empezé è a estudiar una segunda lengua, observé que mientras que me expresaba en ésta, tenía la impresión de rozar una otra personalidad.
Siempre atribuí este fenómeno a mi acento extranjero y a mis incertidumbres ocasionales en esta segunda lengua, cosa que sin duda alguna me dejaba parecer más incierto.
Sin embargo, estudios llevados recientemente revelan que las lenguas pueden afectar la manera en la que pensamos y aprehendemos nuestro entorno. Dicho de otro modo, mi personalidad de lengua francesa puede reaccionar de otro modo a un acontecimiento o comprenderlo de otro modo que mi personalidad de lengua español.
Por supuesto, hace poco tiempo unos científicos cognitivos revelaron de nuevos elementos que demostraban la influencia de la lengua sobre la aprensión de nuestro entorno. El estudio realizado por los investigadores en ciencias sociales Alice Gaby y Lera Boroditsky produce un ejemplo sorprendente. En el momento de un viaje en Australia, los investigadores estudiaron la comunidad aborigen Pormpuraaw, cuya lengua se refiere al espacio únicamente en términos de puntos cardinales (en oposición a simples "derecha" y "izquierda"). Gaby y Boroditsky realizaron con los miembros de la comunidad un experimento que consistió en presentarles imágenes de progresión temporal, como el envejecimiento humano, y en pedirles clasificarles " en la buena orden ". A diferencia de los anglófonos o los francófonos que leen de la izquierda a la derecha, o personas que hablan el hebreo o árabe que leen de la derecha a la izquierda, el pormpuraaw ordenaron el "tiempo" del este al oeste. Con otras palabras, cuando miraban hacia el sur, el pormpuraaw clasificaban las imágenes de la izquierda a la derecha y cuando miraban hacia el norte, las clasificaban de la derecha a la izquierda.
Otra forma de influencia de la lengua sobre nuestra manera de pensar, y pude observarlo pasando de francés a español, es atada a la causalidad. Por ejemplo, para describir un accidente, los francófonos y los anglófonos ponen por delante el sujeto que realizó la acción (" Julián rompió el vaso "). A la inversa, los hispanohablantes probablemente dirán, como los japonéses, " el vaso se rompió ". Ha sido demostrado que estas diferentes estructuras tienen consecuencias importantes en el momento de acordarse de acontecimientos y de acusar a otros. Así, en el marco de un estudio realizado a Stanford, personas de lengua japonesa, española e inglesa visionaron vídeos de personas que escupían o rompían objetos. Las personas que hablaban japonés o español tendían a olvidar más que los anglófonos las personas que eran responsables de accidentes.
Este estudio contiene numerosas implicaciones en el campo lingüístico. Aporta particularmente un número más grande de las diferencias existentes entre las lenguas a través del mundo y de la importancia de trabajar en colaboración con expertos para cubrir las necesidades de traducción.
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