Si mi hija fuera lesbiana no me importaría. Me fregaría que golpeara un animal indefenso en la calle o les lance piedras a las aves sólo por diversión.
Si mi hija fuera lesbiana no me molestaría. Me jodería que arroje la basura a la calle o que sea indiferente cuando alguien destruye un árbol.
Si mi hija fuera lesbiana no me incomodaría. Me preocuparía que vaya a un templo a golpearse el pecho los domingos y que el resto de la semana discrimine a alguien por su color o por el lugar en donde nació.
Si mi hija fuera lesbiana no me enojaría. Me daría más pena si pensara que los seres humanos son objetos con los cuales jugar y pisotear para conseguir objetivos.
Si mi hija fuera lesbiana no me rasgaría las vestiduras. Me indignaría que ponga la fe en seres imaginarios por encima de las personas de carne y hueso que realmente necesitan ayuda, tiempo y dinero.
Si mi hija fuera lesbiana no daría un grito al cielo. Me empincharía que aplauda la corrupción de los políticos con un voto, que no tenga memoria cuando la historia se repita, que siga a la masa errada que santifica lo malo.
Si mi hija fuera lesbiana no maldeciría. Maldeciría si pensara que se puede vivir de espaldas a los libros, al conocimiento, a la ciencia que logra mejorar la vida de las personas. Tiraría piedras si prefiriera el alimento de la vulgaridad en vez del alimento que nutre las mentes.
Si mi hija fuera lesbiana no me enfadaría. Me enfadaría si renunciara a su libertad, a su deseo de crecer y luchar por sus ideales, me jodería más que esconda su pensamiento y su palabra por un qué dirán o por esta estupidez de caerle bien a todo el mundo.
Si mi hija fuera lesbiana no me enervaría. Me enervaría que piense que ser mujer es traer hijos al mundo, criarlos, estar en casa y obedecer al hombre que paga los gastos. Me fregaría más que piense que uno es más o menos por su orientación sexual, por lo que hace o deja de hacer en la cama, por si decide o no tener familia.
Si mi hija fuera lesbiana simplemente me sería indiferente. Ya lo ven. Hay muchas otras cosas por las cuales preocuparse.
Por: ANDDY LANDACAY HERNANDEZ
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