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viernes, 22 de julio de 2011

El viaje mental que nos permite la memoria, viene más cargado de lo esperado

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Las memorias episódicas nos llevan por todos lados con un solo recuerdo porque vienen acompañadas de más secuencias de información neuronal que la que está contenida en esta única invocación.

Usamos la memoria la mayor parte del tiempo; la necesitamos. Recordar es un fenómeno que a veces realizamos de forma automática y otras resulta de un esfuerzo generado por nuestra propia decisión. Pero los recuerdos no vienen solos, son acompañados por otras memorias, no sólo las recogidas por el asunto en particular sino por pedazos de otros recuerdos que traen con ellos a otras personas y espacios y también sensaciones distintas.


Por ejemplo, cierro los ojos e intento pensar en uno de mis primeros perros, Pingüino. No sólo varios colores y objetos vienen a mi mente sino que el perrito es acompañado por recortes de mi familia y de los demás animales a nuestro alrededor; pero también llegan otros que aunque no relacionados con el perro sí están relacionado con el tiempo y la situación; el señor del colmado, la señora que lavaba la ropa con cuaba, los hombres de la construcción. Toda una rama de mi niñez parece plasmarse por varias partes del cerebro cuando uso un recuerdo, como una lluvia destellante que se esparce y extiende hasta que uno mismo decide detener todo el proceso. 

Ciertamente, así como una buena conversación, una memoria nos puede llevar a los lugares más inesperados.

Pues bien, un equipo de investigadores decidió estudiar este fenómeno conocido como “memorias episódicas”: esta liga instantánea y automática que parece desprenderse de un momento de recuerdo. Un equipo en la Universidad de Pennsylvania decidió buscar estas memorias en el cerebro y ver qué ocurría cuando la invocábamos. De hecho, los investigadores nos regalan las primeras evidencias neurobiológicas de que las memorias que han sido formadas en el mismo contexto se enlazan y así permanecen, creando la base para la teoría de la memoria episódica. 

“Las teorías sobre la memoria episódica sugieren que cuando recuerdo un evento, extraigo su contexto más temprano y lo hago parte de mi contexto presente. Es como un viaje en el tiempo mental, me la paso en el pasado y a veces hasta puedo saltar al futuro, todo con una memoria, mientras tanto, por supuesto, sigo clavado en el presente, pensando y recopilando”, explica Michael Kahana, del departamento de psicología de la universidad y autor principal del estudio.

Ayuda epiléptica

Ahora bien, sabemos los problemas que hay para estudiar el cerebro. Los investigadores se ven forzados a recurrir a animales porque la investigación en humanos es limitada. Análisis como éstos, por ejemplo, requieren de una situación extraordinaria con pacientes que estén dedicando sus cerebros a curarse. 

En esta ocasión se trata de epilépticos que andan con decenas de electrodos adheridos a sus cerebros todo el día. De 50 a 150 electrodos se encargan de monitorear las convulsiones de estas personas para atrapar una cirugía que las erradique, una vez el estudio apuntara qué región del cerebro causa la convulsión es posible entonces realizar una operación y tratar de eliminar la convulsión; mientras tanto, algunos de estos pacientes aceptaron participar en estos estudios de la memoria.

“Requerimos de electrodos implantados para recaudar evidencias neurológicas en estos experimentos de la memoria. Con estas grabaciones, podemos relacionarnos enseguida con lo que ocurre en el experimento y la velocidad que las cosas van cambiando en el cerebro de un milisegundo a otro. Es muy exacto”, dice Kahana.

Los pacientes tenían entonces que memorizar una lista de 15 palabras que no estaban relacionadas. Una vez las memorizaban, los investigadores los entretenían con tareas simples de aritmética y luego les pedían que recordaran las palabras en cualquier orden. Mientras todo eso era llevado a cabo, cada paso del experimento es grabado por los electrodos, cada gota de la brillante lluvia que se desprende en el cerebro cuando recordamos. Y, ciertamente, el recuerdo no viene solo, la lluvia es, por supuesto, el conjunto de sus gotas.

Patrones similares

“Medimos cuándo la actividad cerebral era similar a otro patrón grabado. Cuando un paciente recordaba una palabra, la actividad cerebral era similar al momento cuando aprendía la palabra. Además, los patrones al recordar contenían huellas de otras palabras que fueron estudiadas mucho antes que la palabra recordada”, afirma Jeremy R. Manning de la escuela de medicina de Penn y otro de los autores.

Es un fenómeno que experimentamos todos los días, todo el tiempo, y ahora podemos ver cómo ocurre en el cerebro, cómo, cuando recordamos algo, rastros de otras memorias relacionadas con el asunto en particular y en general regresan con el recuerdo buscado.

“Por eso es que dos amigos que conociste en diferentes momentos de tu vida pueden enlazarse en tu memoria. Junto a tu cronología autobiográfica, asociaciones contextuales existirán en cada una de las escalas temporales, de experiencias que ocurren durante años con experiencias que sólo duraron minutos, como estudiar las palabras en una lista”, explica Kahana.

Ciertamente, recordar ejemplifica la actividad neuronal y cómo un asunto particular puede llevarnos a lugares salpicados muy de lejos por la brillante lluvia de la memoria episódica, remojando de esta forma a un sinnúmero de recuerdos en el proceso. Son neuronas, amigos, disparando secuencias que contienen información que ocurrió mucho antes de que la memoria haya sido formada.

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