
Tras el anuncio de una noticia publicada en la web hace poco, no nos deja indiferente las cifras con que diversas sectas han aumentado su comunidad.
“Aumenta la membresía de la Iglesia Pentecostal, mormones y Testigos de Jehová pero la de las iglesias protestantes históricas disminuyen.”
Como la historia nos lo ha contado, no sería la primera vez en que la sociedad se ve envuelta en un torbellino como éste; y más si le sumamos la tensa situación del oriente medio.
Un ejemplo claro ocurrió entre los siglos XVI y XVIII, en que el “centro del mundo” (Europa) se encontraba envuelta en las guerras de religión entre el catolicismo y el protestantismo. Tras la Paz de Westfalia existía aún más un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones "divinas", captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y sabiduría. Fue entonces el turno de la Era de la Razón la que Intentó establecer una filosofía basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la estabilidad.
Inmanuel Kant escribió: «La Ilustración significa el movimiento del hombre al salir de una puerilidad mental de la que él mismo es culpable. Puerilidad es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puerilidad es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude es, por consiguiente, el lema de la Ilustración.»
No podríamos profetizar, pues en esta era la libertad de culto es tomada al pie de la letra y nuevas sectas “patentan” su ideología como lucrativos negocios. El catolicismo se renueva, el protestantismo se mantiene, el cristianismo fructifica.
Sin embargo, y sin sobrestimar su importancia, esta realidad (y cifras confirmadas) nos informan lo desorientados que estamos como especie. La necesidad imperativa de “creer” en algo o alguien a cambio de un analgésico mental. El miedo es la base del pensamiento sobrenatural. Por eso las religiones son tan efectivas cuando se trata de lucrar con la vulnerabibilidad de las personas.
Vivimos ante la evidente inconsecuencia de las creencias, como librepensadores somos conscientes del dañino efecto que produce las religiones para la humanidad. No sólo perjudica a sus séquitos, sino que a la sociedad en general, limitando el conocimiento, coartando la Ciencia, influyendo en la educación y suprimiendo la libertad como seres autónomos.
Esta vez, no corremos el riesgo de morir en la hoguera, o ser excluidos del resto. Querámoslo o no, somos una pieza de todo el rompecabezas, que tiene el deber de hacer algo porque el Conocimiento y el libre acceso a éste se mantenga erguido.
Ignorar estos movimientos sectarios y su aumento en las decisiones sociales, es lo que ha provocado desastres y desigualdades en la historia. Ahora, no sólo somos responsables por defender el ateísmo como una forma de libre pensamiento, sino promover la Razón, la Lógica, la Autonomía y el Pensamiento Crítico con las herramientas con que muchos contamos: nuestro propio amor y respeto a la humanidad y para que ésta sea mejor. Se lo debemos a quienes dieron su vida por la Verdad, se lo prometimos a nuestros el día en que decidimos traerlos a este mundo o simplemente nos lo debemos a nosotros mismos pues nos diferenciamos de otros por ser consecuentes con nuestras ideas, agradecidos de la Naturaleza por ser parte del Universo.
por Alejandra Torres-Mella

No hay comentarios:
Publicar un comentario