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viernes, 6 de junio de 2014
Los humanos son " infieles " por naturaleza: experta de la UNAM
La mayoría de los seres vivos, entre ellos el ser humano, son polígamos por naturaleza. Diversos estudios a escala global han mostrado que alrededor de 5 por ciento de las especies son monógamas, y los primates no forman parte de este grupo.
**Neurotransmisores como oxitocina, vasopresina y dopamina determinan la conducta en pareja
**La monogamia es una práctica social relacionada con la herencia de bienes, señala Wendy Portillo
Wendy Portillo Martínez, investigadora del Instituto de Neurobiología (INB) de la UNAM, campus Juriquilla, Querétaro, detalló que dicha condición tiene una explicación biológica, pues hay varios neurotransmisores involucrados en este comportamiento. La monogamia es la excepción a la regla; la mayoría de las especies son polígamas.
Aun cuando no es parte de la naturaleza del ser humano, la monogamia se ha convertido en una práctica social relacionada con las herencias de bienes, planteó.
La científica explicó que neurotransmisores como la oxitocina, la vasopresina y la dopamina están relacionados con la formación de lazos entre las parejas de las distintas especies, y por tanto en las conductas monógamas o polígamas.
Agente del amor
La dopamina, que es el neurotransmisor del amor, se encuentra involucrada en todas las conductas placenteras, como hacer ejercicio, consumir drogas o durante la acción sexual. A la oxitocina se le conoce como la hormona de la confianza, pues elimina el temor a situaciones nuevas; se libera cuando una persona recibe un abrazo o un masaje y durante el contacto sexual. Mientras, la vasopresina participa en la función cardiovascular y la presión sanguínea; entra en acción cuando se está cerca de alguien atractivo, por lo que el ritmo cardiaco aumenta.
En entrevista, la investigadora universitaria aseveró que algunos estudios con modelos animales intentan comprender mejor la poligamia y la monogamia, así como las moléculas del organismo que se encuentran involucradas. Los resultados podrían extrapolarse a los humanos, ya que los modelos se han hecho en mamíferos.
Las conclusiones de algunos de estos análisis han demostrado que, a diferencia de los infieles, los sujetos de las especies monógamas tienen más receptores cerebrales para la oxitocina y para la vasopresina. Esta última –explicó– se codifica en el gen AVPR1A. Los estudios han reportado que el doble de los hombres solteros que reportan variantes en dicho gen han tenido crisis en sus matrimonios, así como promiscuidad, a diferencia de los que no las presentan.
Una de las especies animales más usadas para estudiar las bases biológicas de la monogamia se aplica en la Microtus ochrogaster (ratones de pradera), que son roedores monógamos.
Una vez que uno de estos ratones macho encuentra una hembra, copulan y forman una pareja de por vida. Los estudios se han centrado en averiguar qué los distingue de otras especies de roedores que son polígamos. Se ha observado que los monógamos tienen más receptores a la oxitocina en estructuras del cerebro, como la corteza prelímbica y el núcleo accumbens, y también tienen más receptores a vasopresina en las estructuras relacionadas con la motivación.
En otro experimento con roedores, señaló la académica, un grupo de investigación de Estados Unidos indujo en ejemplares polígamos la formación de más receptores a la vasopresina y formaron uniones monógamas.
También se han hecho algunos estudios en seres humanos en los que se identificaron alteraciones para recibir los neurotransmisores, por lo que estas personas reportan más dificultades para mantener relación con una sola pareja. Probablemente la mayor concentración de receptores a oxitocina o a vasopresina, así como más liberación de estas hormonas conduciría a una relación monógama, indicó Portillo Martínez.
En el caso de la dopamina, estudios recientes han descubierto que esta hormona se encuentra relacionada con la monogamia en una estructura cerebral conocida como núcleo accumbens. La especialista del INB comentó que ya se ha demostrado que cuando hay una relación estable con una sola pareja se incrementan los niveles de este neurotransmisor. Otros experimentos en modelos animales han probado que el bloqueo de la dopamina tiene el efecto de que los machos copulan con otras hembras.
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