Hay muchos tipos de risa y el estudio de sus orígenes nos ha fascinado durante siglos. No siempre reímos por los mismos motivos, no siempre estamos acompañados cuando lo hacemos y los objetivos varían de acuerdo con las personas que nos acompañan. Algunos tipos de risa nos complacen intelectualmente, otros nos regalan autoridad, algunos más nos ayudan a adherirnos al grupo y nos brindan ese efecto de sentirnos bien.
Los biólogos evolutivos sitúan la risa en el camino de la evolución social, como una forma de sustituir al acicalamiento mutuo que disfrutan muchas especies que se limpian unas a otras. Así como el chisme, ese tipo de risa nos ayuda en la unión con los demás, nos hace cómplices de algo compartido en lo que estamos de acuerdo y mantiene al grupo feliz. Sin embargo, como explicaba, no toda la risa tiene el mismo objetivo y, por mucho tiempo, los investigadores han intentado expresar con detalles certeros lo que ocurre en el cuerpo cuando atravesamos por un “ja ja ja” intenso que no muere hasta que nos duele. Aún así, nos hace sentir bien.
“Realmente, la risa es algo bastante raro. Por eso nos interesamos en ella. Su contribución en crear lazos grupales, también tiene que ver con la producción de humanos altamente sociales. En los demás primates que conocemos lo vemos como jadeo y despiojo, una forma de continuar promoviendo lazos entre primates individuales de todos los tipos”, explica Robin Dunbar, psicólogo evolutivo en la Universidad de Oxford quien ha elaborado, junto a su equipo, seis experimentos para observar los caminos que toma esa simple risa muscular que nos deja exhaustos de tanto reír.
La faena no se centró en laboratorios sino que hubo un experimento que involucró la participación en comedias y otro utilizó videos como los de South Park y Los Simpsons. Más aún, los investigadores deseaban saber si ese tipo de risa contribuía en la reducción del dolor, así que originaron tres tipos distintos de dolor: uno producido por el frío, otro por la presión y el tercero por el ejercicio atroz; luego observaron qué cosas ocurrían mientras y después de que las personas reían.
“Por mucho tiempo hemos visto que la risa no siempre acompaña eventos que consideramos positivos. Tanto Platón como Aristóteles se centraron en la forma en que la risa podía socavar la autoridad. Desde la antigüedad hemos notado que guerreros pueden violar mujeres y quemar una tribu mientras ríen. La psicología y la neurología actuales se han encargado de explicar mucho mejor nuestra participación en este fenómenos, su estructura cerebral y sus orígenes”, expresa Robert R. Provine, un neurocientífico de la Universidad de Maryland entrevistado por James Gorman del periódico The New York Times.
Pero la risa que realmente interesaba a Dunbar y su equipo era otra; mucho más sencilla. Los participantes vieron las comedias, rieron con los videos y luego de haber participado en ellos, sufrieron los experimentos con el dolor.
“En algunos de ellos pedíamos que nos dijeran cuando el dolor era demasiado y no podían ya soportarlo. Además, grabamos todo el tiempo en que estuvieron mirando los videos o los comediantes para saber qué tanto tiempo se pasaron riendo”, dice Dunbar.
Precisamente, los experimentos de Dunbar nos dicen que este tipo de risa individual, risa simple y muscular, provoca un aumento de endorfinas y sabemos bien que estos químicos son conocidos porque hacen al cerebro sentir bien. Más aún, estos compuestos se conocen porque aumentan la resistencia al dolor. Los investigadores nos dicen que el tipo de risa que compartimos con un grupo social no tiene estos efectos, es la risa simple, la que activa nuestros músculos, nos hace resoplar hasta que ya no podemos más y hasta nos tiramos en el suelo y libera las endorfinas que tienen este curioso resultado.
“La risa se mantuvo entre nosotros porque nos ayuda a mantenernos juntos, como otras actividades también lo hacen, bailar y cantar, por ejemplo. Son actividades que también producen endorfinas y la actividad física es importante en ellas; un punto en común con este tipo de risa”.
Los resultados de estos estudios fueron publicados en http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/early/2011/09/12/rspb.2011.1373
Universidad de Oxford: http://www.ox.ac.uk/
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